La premisa es esta: Una pareja como negocio se dedica a comprar casa viejas, restaurarlas, y luego venderlas. Deciden comprar un gran caserón en el campo, y allá que se van con su hijo pequeño. Pero mientras viven allí el niño se comporta de forma extraña, dice escuchar voces, voces por los walkis que tienen por la casa. A partir de ahí se desarrolla la historia.
¿el problema que le veo? no son los clichés de este tipo de películas, que la mayoría tienen, y si están bien hechas me da igual, porque la tensión te la causan igual. Sino que son muchos, y metidos con calzador, como una amalgama extraña, sabéis? Cuando veáis la película me entenderéis.
Por otro lado, aún me chirrían algunas actuaciones españolas hoy en día, con esa moda de hablar medio susurrando, y aunque entiendo la dificultad de actuar, algunos en esta película no me resultan creíbles. Rodolfo Sancho me encanta, he de decirlo, pero aún más me gustó Ramón Barea, ese señor mayor especializado en psicofonías que quiere ayudar a Rodolfo.
En fin, mi conclusión es que, se puede ver, pero que no me llega a sorprender demasiado, ni a llegar a sentir la tensión demasiado, ni a creerme sus actuaciones mucho... digamos que me deja a medio camino, es un sí, pero no. Así que, no la rechacéis para una noche en casita, pero tampoco esperéis una gran sorpresa.