jueves, 10 de mayo de 2018

Que baje Dios y lo vea

Volvemos con un producto nacional que... no pasará a la historia, pero que tiene su aquel...

Narra la historia de un monasterio en quiebra, cuya única oportunidad de salvación está en ganar la “Champions Clerum”, un torneo de fútbol europeo sólo para religiosos. El problema es que en esa congregación no juega al fútbol, son unos verdaderos patosos. Pero la llegada de un misionero conflictivo con la iglesia les hará ver que los caminos de Dios son.. varios.

no suele ser mi forma de actuar normalmente, pero empezaré por hablar de los actores y es que en ellos, esta película empieza y... acaba. El jefazo de la abadía no es otro que el gran Karra Elejalde y aquí mi primera decepción. En un papel que no es para él a todas luces, lo intenta pero... no, no es para él y deja de ser creíble en seguida. Otro de los personajes que dejan la película a medias es el de Joel Bosqued. Lo siento, a ese actor es que no lo veo... y si encima debe hacer un papel de inocente tirando a tontillo... ya sí que no. También hay que contar con la colaboración de Guillermo Furiase... ¿Hacía falta? No. E intentando equilibrar la balanza tenemos a "El Langui" que consigue dotar de humor cualquier frase o gesto que haga.

La historia en sí está diseñada para crear comedia, ya con lo de la Champions Clerum te dicen que te vas a reír pero... hay pocos momentos de risa (ninguno) y a lo sumo logra hacerte sonreír (El Langui)

La trama romántica es un verdadero truño e increíble. Macarena García y el susodicho Joel Bosqued se conocen desde siempre pero él toma el camino de Dios. Pero algo queda. Para enseñarnos "como se quieren" los guionistas se montan un cumpleaños de ella donde la vemos besarse con uno, fumar, beber... y claro, él está invitado. Quizá podría haber llevado esa escena a algunas situaciones cómicas pero a donde llega es a querer cogerle a y sacarlo a collejas del cumpleaños.

En resumen, es una película que puedes ver tranquilamente, no te va a aburrir pero... en una semana ya habrás olvidado hasta cómo se llama el torneo.


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