Tras ver multitud de películas policíacas, así como alguna que otra serie, creo que después de esta, me tomaré unas merecidas vacaciones del género.
Tras la muerte de su mujer, Tom Ludlow, un veterano policía de Los
Ángeles y poco transparente, está pasando el peor momento de su vida. Unas pruebas lo
implican en la ejecución del que fue su compañero, Tom empieza a cuestionarse la
integridad moral y la lealtad de todos y cada uno de los que le rodean.
La historia, como casi todas de este estilo, está cargado de tópicos. Como la mayoría de las veces, nuestro héroe está amargado, el mundo está contra él y es incapaz de salir a flote. El Comisario, el nuevo compañero, la chica... todos estos tópicos tiene su lado malo (previsible) y su lado bueno (funciona)
Un de las cosas que no funciona es Keanu Reeves. Inexpresivo para variar. Hay momentos en los que no se si estoy viendo Dueños de la calle o Matrix. Han tenido que ponerle una tipleta de actores al lado para compensar esa dejadez emocional que tiene en la cara.
Forest Whitaker... que voy ha decir de este actor. Me encanta, experto en esos papeles que parecen sin demasiado peso pero él se encarga de dárselo. Por allí también aparece una tal
Hugh Laurie, que aunque la mayoría le recordamos de House, ha hecho otras cosas, entre ellas la infumable Stuart Little, que me perdonen sus fans, pero también Sentido y Sensibilidad. Otro que está colocado ahí para mantener a la esterlla Keanu es Chris Evans, conocido como el gran Capitán América o la cutre Antorcha Humana.
Poco se puede decir de está película que no se haya dicho ya en otras. El personaje principal, Tom, recorrerá los infiernos, tanto de la policía como de las bandas, para intentar aclarar quien estaba detrás del asesinato de su ex compañero y así, de paso, salvar su cuello.
Como buena película de policías, las escenas de tiroteos están a la orden del día, y aunque sea previsible, no es totalmente plana, lo que logra salvar un poco los papeles.
Aconsejada únicamente para fans de este tipo de género. A los que no les importe ver los acontecimientos venir, y no equivocarse.
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