El cine español lleva ya unos años en los que me da menos miedo de ver que antes. Quitando algunos truños inombrables, en general me he llevado buenas sorpresas. No me da ningún tipo de reparo decir que vi esta película por Jordi Sanchez, porque el resto... no me daba buena espina.
Cuando la mujer de Gregorio (Jordi Sanchez), un banquero muy conservador tirando a fachín, del Real
Madrid y muy gruñón, fallece en un accidente, éste se ve obligado a
cumplir su última voluntad: pasar un fin de semana con sus hijos y sus
respectivas parejas en Sanlúcar de Barrameda para esparcir sus cenizas
en el Guadalquivir. Aquí es donde empiezan los problemas para Gregorio,
ya que su hija Sandra (Megan Montaner) está casada con Jordi (David Guapo), un catalán muy culé al que
no soporta. Su otra hija, Alicia (Silvia Alonso), está saliendo con Leo (Salva Reina), un hippy
anti-sistema al que tampoco puede ni ver, y Carlos (Eduardo Casanova), su hijo pequeño,
con el que lleva seis meses sin hablarse desde que salió del armario, se
presenta con su novio Eneko (
Boré Buika), un vasco de origen senegalés. Este viaje
multicultural pondrá a prueba la tolerancia y la capacidad de perdonar
de una familia tan disfuncional como cualquier otra, en el que tendrán
que aprender a aceptarse los unos a los otros, con sus virtudes y
defectos.
La tremenda ensalada está servida con todo tipo de ingredientes dispares y en donde encontrar el conflicto no es difícil. ¿Entonces por qué parece que no despega nunca?
La película la dividiría en dos partes. El primer ochenta porciento de la misma, es una comedia al uso, con sus conflictos de intereses y algún que otro chistecillo o situación divertida. Eso sí, todo recae en Jordi Sanchez del que durante toda la cinta se espera sus comentarios. Pero mira por donde aparece Salva Reina y con ese papel de Hippy suma mucho a la parte cómica. Y es que a mi parecer, le gana "el partido" al otro cómico del reparto, David Guapo, que si bien está correcto, no es creíble.
La segunda parte, que es el final, prácticamente nos olvidamos de la comedia y entramos en un territorio lacrimógeno. Es el momento de esparcir las cenizas y la familia o se une o se separa definitivamente. Es el momento. El contraste de comedia con este último es muy pronunciado. A muchos les gustará y a otros les parecerá que pierde el norte. A mi, me gustó.
La resumiría como una comedia correcta, que te arrancará sonrisas que no carcajadas y servirá para animarte si estás un poco bajo.
PREMIOS
2017: Festival de Málaga: Sección Oficial Largometrajes (Fuera de concurso)