Lo confieso, vale, estaba como loquita por ver esta nueva versión de las aventuras de mi adorado Hercules Poirot, y más si viene de la mano de Kenneth Branagh (soy un tanto mitómana).
A los que os guste Agatha Christie, no os hace falta que os presente la historia. Hercules Poirot, ha de llegar con prontitud a Londres, para resolver uno de sus casos, y para ello se ve obligado a coger el Orient Express (en primera, por supuesto). Allí coincide con una serie de personajes de lo más variopinto, y oh! alguien es asesinado.
Tengo que decir que yo iba como niña con zapatos nuevos a verla entre otras cosas porque no recordaba el final de la historia (cosa por la que seré lapidada por los restos).
La he disfrutado mucho, quizás muchos pensarán que no era necesario hacer una película más de las historias de Poirot, pero en este caso, a los que nos gusta el género, y dado que hace muchos años que no se hacen, nos apetece.
Además, el hacerla ahora le hace ganar muchos puntos; visualmente es una maravilla, con unos contrapicados chulísimos, muchos efectos, y Kenneth le aporta un poco más de acción a la historia. Si a eso le unimos la reunión de muchos grandes actores, y la recuperación de otros, ¿qué más se puede pedir? Volver a ver a Michelle Pfeiffer, que está llevando muy bien el envejecer de forma natural, si estar polioperada, Willem Dafoe, la incombustible Judi Dench, y ver a Jhonny Depp en un papel en el que no parezca excéntrico y amanerado es para marcarlo en el calendario.
En definitiva, que ya estoy esperando que dirija Muerte en el Nilo, que nos deja caer que será la próxima.
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