Y otra película española que veo con el freno de mano puesto, lo reconozco. Alex de la Iglesia, para mi, es alguien capaz de crear una película interesante, con... digamos otra cosa. Pero dándole el beneficio de la duda y el elenco de actores y actrices decidí que había que verla.
9:00 horas. Un grupo de personas absolutamente heterogéneo desayuna en
un bar en el centro de Madrid. Uno de ellos tiene prisa; al salir por la
puerta recibe un disparo en la cabeza. Nadie se atreve a socorrerle.
Están atrapados. ¿Qué ocurre?
El comienzo es trepidante, todo pasa rápido y los personajes van presentándose uno tras otro, aunque ya antes de entrar en el bar conocemos el personaje de Blanca Suarez, una pijilla que no suele ir a "esos sitios".
A partir de la primera muerte, todo se ralentiza. El caos se apodera de los "habitantes" del bar y todos comienzan a idear una teoría de lo que puede estar pasando. Esto nos ayuda a conocer un poco más a los personajes, que si bien no son muy complicados, sí le da cierta amplitud a la historia. Quizá es una de las cosas que llama la atención. Casi todos los personajes son estereotipo muy poco trabajados. Aunque por otro lado, todo avanza tan rápido que sería imposible darles la profundidad necesaria.
Una vez en la segunda mitad, la película entra en un círculo de contradicciones. Lo que antes no se podía, ahora sí se puede y las soluciones van aflorando. Aunque ninguna es la ideal.
Las interpretaciones están a la altura de cada actor. Ninguno defrauda, pero tampoco sorprende. Bueno aquí tengo que matizar, Jaime Ordoñez da una lección de interpretación. Además creo que es un actor muy infravalorado y que demuestra que es capaz de lo que le pongan.
Lo interesante de la película es ver cómo se va desarrollando y observar como los personajes tienen que lidiar con una situación extrema, una situación de vida o muerte que saca lo peor de cada uno. Tal y como yo lo vi, la historia de transfondo va de como reaccionamos cuando todo se vuelve en contra y sólo queda una cuestión. Tú o los demás. ¿De qué somos capaces? Cuando estamos al borde de la muerte, es igual ser una pijilla preocupada por su Ipad, un mendigo, un ex-policía, un publicista...