A ver, sólo con decir su nombre os podéis imaginar qué os váis a encontrar: Luc Besson. Yo reconozco que (y no me castiguéis con el ostracismo por esto), El quinto elemento me pareció soporífera, y esto a priori me parecía más de lo mismo.
Valerian es ese chavalín que véis en el poster, un agente de algo parecido a la policía en el siglo tropecientos mil, que junto con su compañera Laureline, cumplen las misiones más complicadas encargadas por sus jefes.
En esta ocasión les encargan la delicada misión de conseguir un transmutador que está a punto de venderse en el mercado negro, y que es nada más y nada menos que un bichito, el último de su especie, y que puede reproducir muchas veces todo aquello que se come. (Sí, así es)
Claro está, la trama es algo más complicada (no mucho más), cuando se ve relacionado con el tema todo un planeta destruído y una civilización andrógina perdida.
La película en su conjunto, me pareció entretenida, sobre todo por lo fantástico de los efectos especiales, los mundos creados, y esa cantidad de colores característicos del estilo de Besson. Ya sólo por eso merece verla. El argumento pues es justito, y lo peor los personajes principales, Valerian, que parece que tiene 17 años pero que le dan un personaje de chulito creído y ligón, que no se quiere atar a nadie, y ella de la pobrecita niña dura y fuerte, que en el fondo se muere por los huesos de él. No es ya el cliché mil veces visto, sino que no queda nada creíble en dos chavalitos que parece que acaban de terminar la ESO.
A destacar unos cuantos papeles secundarios realizados por actores conocidos: Ethan Hawke como un amanerado proxeneta de los bajos fondos, Rihanna, como una extraterrestre multiforma que trabaja para Ethan, Rutger Huer en un pequeño papelito al comienzo, y el (con todo el pesar de mi corazón), decrépito Cliwe Owen como el malo maloso de la película.
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