He aquí una de las películas por las que seguiremos reivindicando que los años 80 fueron especiales a todos los niveles, y concretamente en el cine. El secreto de la pirámide es de aquellas que te hace sentir la magia especial de una buena aventura cuando eres pequeño, y cuando te haces adulto no pierde esa chispa.
Aquí se juega con la premisa de imaginar al famoso Sherlock Holmes y a su adorado Dr. Watson conociéndose cuando son unos tiernos adolescentes. ¿Da para mucho verdad? La película la verdad es que engancha desde el primer fotograma, te encuentras en las oscuras calles del Londres de finales del s.XIX y un misterioso encapuchado persigue a un acaudalado señor por la calle, pero contrariamente a lo que puedes imaginar (o sea, que le robe tó), le lanza un dardito que tendrá terribles consecuencias alucinatorias y acaba con su muerte.
Y en todo este follón se ven envueltos un joven y curioso Sherlock, y un tímido y bonachón Watson.
Me encantan las películas en las que antes ya de poner siquiera el título de la misma te hacen una introducción de este tipo. Que te quedas pensando... ¡Dame más! ¿qué ocurre ahora? Pero qué se puede esperar de la reunión de todos estos señores: Por un lado, la producción de Steven Spielberg, Kathleen Kennedy y Frank Marshall, que consiguió que tuviera unos efectos especiales geniales para la época, una ambientación espectacular y los recursos necesarios.
Una de las escenas míticas de la película, el caballero de la vidriera toma vida y persigue al anciano curita.
Por otro, la dirección de Barry Levinson, que aunque en los últimos años me parece un poco irregular, ha hecho grandes películas que supongo la mayoría reconoceréis como: Sleepers, Esfera, Rainman, Good Morning Vietnam, etc. La música de para mí un total desconocido Brouce Broughton es preciosa, consigue hacer que se te quede en la cabeza relacionándola con esa película, y sus flautas alucinantes.
La elección de los actores, desconocidos en su mayoría me parece del todo acertada, a veces consigue hacer que te metas más en la historia, y el escoger de narrador como voz en off a un anciano Watson le da un toque súper entrañable. Creo que es una película que hay que volver a ver de vez en cuando, y que a los que tengáis hijos hagáis descubrir.
1985: Nominada al Oscar: Mejores efectos visuales
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