1850. Jonathan Clark, el capitán de la goleta La peregrina de Salem, traslada desde Alaska a San Francisco un cargamento de valiosas pieles de foca. En el hotel en el que se aloja conoce y se enamora de la condesa rusa Marina Selanova, que trata de huir para evitar un matrimonio concertado por el zar con el pérfido príncipe Semyon.
Película en la que nos vamos a encontrar de todo. Condesas rusas, americanos libertinos, rencillas entre rusos y americanos, un esquimal y hasta una foca llamada Lola.
La historia tiene dos partes diferenciadas, la primera, quizá un poco lenta nos cuenta cómo la Condesa rusa intenta escapar y por azares de la vida conoce al buen de Gregory Peck. Aquí también se nos presenta un personaje muy desperdiciado en toda la historia; "El portugués", encarnado por otro gran actor; Anthony Quinn. Desperdiciado porque creo que da para mucho más y podría haber encajado perfectamente en el papel de "amigo del prota". Que lo son... pero a su forma...
En la segunda parte ya es aventura a raudales, carreras de goletas, cazas de focas (Tremenda la explicación de por qué las cacerías de los rusos están mal pero la de los americanos están bien), peleas, raptos, huidas y como dirían en mi querida Princesa Prometida, besos.
Si te gusta el cine clásico de aventuras, esta cinta te encantará, pues a pesar de ser de 1952 ha envejecido muy bien y aún puede hacerte pasar un rato entretenida. Eso sí, no esperes una historia muy elaborada.